miércoles, 10 de junio de 2015

Ejercicio de escritura automática número dos:

Si mi ángel de la guarda fuera real tendría un largo cabello de espaguetis chinos, de esos blancos delgados delgados y tendría un arpa hecho de cereales mixtos. Bastante a menudo le hablo como si no me estuviera hablando a mí misma y le canto canciones que me enseñó un antepasado vetusto segundos atrás, en realidad micro-milésimas de segundos atrás, o tal vez hasta simultáneamente, al cantar. El caso es que le canto. Y le canto bien, aunque sin voz. Pero le canto en la cabeza y en el corazón y eso también se escucha, porque ¿quién dice que las ondas sonoras sólo operan con el aire? no señores, el sonido del amor viaja por aquello que algunos denominaban "éter", así es. Es una propagación inmediata y tal vez aun nos es dudosa la forma que tiene el medio por el cual viaja, sin embargo es un hecho que entre esa realidad que muchos dirían que es imaginaria y esta en que las cosas se muerden y se rompen porque son cosas no hay más barrera que el silencio. Y ni siquiera es silencio aquello que amalgama las entidades vislumbrativas del oído, sino una cuasi-cosa-cuasi-onda-no-partícula que nosotros reconocemos como silencio y que a veces confundimos con ausencia de sonido, pero que en realidad es sustancia misteriosa, desconocida y maravillosamente presente en cada instante y en toda magnitud de la vida. Lo cierto es que no sólo el sonido se ve involucrado en esta ecuación, también podemos incluir a las lagañas, a la saliva, al mineral que recibe y que desecha cada cuerpo e incluso a la opresión estomacal que nos incita a descargar nuestras más intimas pasiones en contenedores de porcelana fina y a veces precaria. El caso es que durante la maquinación de este encuentro entre lo que aparentemente es ordinario y la liviandad insospechada del éter, tres viejitas de aspecto muy peculiar, delicado y chistoso están observando a un sujetillo con cabello naranja leer este texto frente a una pantalla de cristal laminada con toques de aburrimiento excesivo y a la vez de emoción pura, cuya apreciación depende directamente de si los comensales dispuestos a engendrar un nuevo llamamiento intestinal a través de los elementos otorgados por la acción que se observa desde lejos son de carácter activo o pasivo. Todo ello determinará sin lugar a dudas la fórmula derivada que habrá de ser impulso para la creación de un nuevo sistema de experimentación del suceso digestivo. 

martes, 9 de junio de 2015

Ejercicio de escritura automática número uno:


Definitivamente hemos decidido aparcar la solitaria quietud del estado masivo de supervivencia indiferente en las cercanías de la galaxia número veintisiete en la cual hemos comprobado que ha existido un par de certezas autóctonas que remiten a un pasado activo de glándulas explotantes de diversas magnitudes, lo cual nos ha hecho pensar últimamente que las circunstancias temidas hace algún tiempo acerca de las dinosauriezcas formas de existencia que no han sido pertinentes en las épocas antiguas terminen por corromper el estado de suprema excitación causado por la inflamación de las golondrinas azules que han aprovechado el espacio intercostal para revelarse en forma violenta en contra de las morsas infectantes que han monopolizado el gesto caritativo de la maternidad floreciente en simios y algunos tipos de amibas. Solicitamos la pronta recuperación del sistema activo de humedades craneales en el cual se ha visto que existen diversos tipos de suscitaciones transparentes que han causado gran revuelo y que perturban sin duda alguna las mentes de aquellos que curiosean sin dejar paso a las máquinas férreas que suelen hacer todo el trabajo sucio, y que, sin pensarlo ni un segundo se atreven a rematar acciones que en efecto no les correspondían y que por consiguiente, en todo caso y después de lo cual se aprovecha que hayan sido desplegadas antes de haber sido incluso pensadas o incluidas en el sistema colectivo de recopilación de datos acerca de la existencia en este sector del tercer universo conocido del cual ya no sabemos si formamos parte o si está siendo creado por nosotros mismos, lo cual significaría que todos somos la misma cosa y personalmente creo que es improbable porque me queda claro que un simio es un simio y una alberca es una alberca pero aun así considero que en otras dimensiones de lo que hoy conozco como esto que sucede pues realmente no hay más que lo que hemos decidido que haya, aunque en realidad nos digan los libros de historia tecnológica que todo surgió en el cerebro de una especie de masa amorfa con cerebro en forma de pera que existe a millones de años luz de distancia en el núcleo de una cereza siendo digerida en el estómago de una princesa ballena que a su vez posee en su panza el residuo comestible y aun orgánico de quinientas algas mutantes que se habían levantado en armas porque anhelaban aspirar aire puro y ello les era negado por la naturaleza misma, pero en fin esa es otra parte ínfima de la historia que en realidad no está siendo contada sino remitida desde lo lejano de las partituras de movimiento de un ser cuya materia orgánica ha sido despojada de todo uso y de toda reflexión corriente que derivara de cualquier estado de trance o de luminosidad intelectiva, porque en verdad ello no existe y somos tan reales como las focas y los focos y las facialidades múltiples del cubo rubik.

lunes, 5 de enero de 2015

5

Si tú supieras (pero no)
cómo me imantas cada instante al tiempo
cómo todo lo que hago en la jornada
perece porque no eres mía
que da bandazos como un globo
perdido en la borrasca
cómo sin ti nada se entiende de mis actos
y cómo eres mi clave y mi sentido
y mi descifradora

si tu supieras como sé
(porque lo sé) cómo sólo te busco
para que tú me rompas me disipes
porque eres mi remolino
mi vértigo sin fin
y la porción de mal que con mi propia mano
para mi vida aparto

si tú quisieras (pero no)
hundir esta banca vana
que da bandazos como un globo
perdido en la borrasca
y en tu océano ahogarme
engañoso y profundo

sumergirme sin paz sin término
en ti que no serás del todo mía nunca

y disiparme al fin
en la mortal caída hacia tu centro
que no existe
amor mío
mal mío
que no existe


Tomás Segovia




domingo, 4 de enero de 2015

La perdí en un remolino de arena. Habíamos llegado al desierto como dos turistas enamorados que pretendían perderse de la vista de toda la gente. Fuimos a exiliarnos entre las dunas sin importar que no supiéramos el camino de regreso, que pudiéramos quedarnos sin agua y sin comida, sin importar que el tiempo y el sol y la noche implacable nos quemara. Durante las últimas horas del delirio estuve  mirándola tendida en la arena, agonizando dulcemente. Cuando el horizonte comenzó a distorsionarse  nos miramos por última vez y por vez primera sentimos el terror y el peso de lo que habíamos emprendido. Las partículas de polvo y cristal se fueron levantando para envolvernos en una espiral que nos elevaba lentamente. No hubo caída ni retorno, sólo aire y un infinito mar sin agua.